De Santa Zedislava de Lemberk
Sabemos que la santa nació en 1220, en el castillo de Krianov, Moravia (ahora la parte este de República Checa), siendo criada a partir de profundas convicciones cristianas, siendo que sus padres le inculcaron por su ejemplo, todo lo relacionado al servicio al prójimo: obras de caridad, ayuda a los necesitados (niños y viudas en peligro de vivir en la calle y/o desamparados por la exclusión social de aquel entonces), por lo que a Zedislava le sería natural proseguir en ese derrotero.
Pese a lo que su corazón le dictaba y en consonancia con la mejor decisión política del momento, sus padres le obligaron a casarse con Havel de Lemberk, con quien tuvo cuatro hijos, vale la pena destacar que Havel no era muy aficionado del ímpetu y el celo de ayuda social al cual su esposa dedicó prácticamente toda su vida, saliendo a relucir el dicho referente a que ¨nadie es profeta en su tierra¨.
Soy un convencido de que la fe debe ser dinámica, porque parte de la predicación consiste en obras de cridad o ayuda a cualquier persona, especialmente a los más desfavorecidos, sabiendo que, cuando ayudamos a los más pequeños, también contribuimos a la construcción del Reino y a Cristo mismo.
La fórmula que identifico en muchos santos y filántropos es la siguiente: fe+ oración+ caridad=amor a Dios y al prójimo, pues sabemos que amando al prójimo como a uno mismo, también amamos a Dios y cumplimos con el máximo mandamiento de Nuestro Señor.
Nuestra santa apoyó a dos conventos de la Orden de Predicadores, llegando a ser parte de la Tercera Orden, por lo que se avocó todavía más al trabajo de caridad, oración y entrega a sus semejantes y a su familia.
Una anécdota interesante es aquella en donde, tras la invasión mongola a sus tierras, decidió abrir su castillo para hacerlo un refugio y hospital, en donde ella misma atendía a los enfermos y desvalidos, muy a la sazón de otros conocidos amigos de Dios.
Como muchos de su época, la muerte la alcanzaría a los escasos 32 años de edad, prometiéndole a su familia un servicio más útil en la otra vida (con todas las limitaciones de este mundo tridimensional) a una mejor, más amplia y sempiterna existencia, en la cercanía de Dios, habiéndole demostrado a creyentes y no creyentes de que la fe se demuestra en obras hacia los hermanos y que no es un tesoro que deba ocultarse; no sin antes generar en su esposo un cambio de corazón, de uno cerrado a otro vertido de amor para sus paisanos y a su progenie, la viva imagen de una persona que, teniéndolo todo, nunca se cansó de dar a los demás.
Santa Zedislava de Lemberk, ¡ruega por nosotros!
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