Sobre Santa Margarita de Hungría y Santa Catalina de Ricci
Sigo reflexionando...
En esta nueva oportunidad que el Señor Todopoderoso nos concede, tengo el agrado de hablar acerca de dos santas de gran peso espiritual para la Iglesia en general, pero específicamente para quien esto escribe:
- Santa Margarita de Hungría y
- Santa Catalina de Ricci
En cuanto a la princesa Santa Margarita de Hungría, diré que:
Se trataba de una princesa húngara, tal y como su nombre lo indica, que fue ofrecida a Dios como promesa de victoria ante la invasión Tártara en dicho país, sus padre fueron el rey Bela IV de Hungría y la reina María Laskarina; no es la única santa popular en su familia, sus hermanas princesa Santa Cunegunda y princesa Santa Yolanda fueron religiosas y cooperadoras de la iglesia Romana, así también fueron parientes de Santa Isabel de Hungría.
Nació el 27 de enero de 1242, fue la novena hija de un total de diez hermanos, siendo ella la última mujer. Su alumbramiento se dio en el Reino de Croacia, al tiempo en que los tártaros (un grupo mongol), se encontraban invadiendo diversos puntos del Viejo Continente, por lo que le ofrecieron a Dios que, si lograban repeler el ataque y expulsar a los invasores de su tierra, le ofrecerían a esta hija para dedicarla de lleno al Señor.
Liberada Hungría de la invasión mongólica tras el fallecimiento del Khan Ogodei, los Árpad (casa real de ese entonces), el rey Bela retornó para, prácticamente, reconstruir a su país, puesto que los bárbaros habían arrasado con su territorio.
Gracias a lo anterior (la intervención divina), nuestra protagonista fue enviada al monasterio dominico en la ciudad de Veszprém, en donde su dirección espiritual estuvo a cargo de la beata Helena de Veszprém.
Pese a sus orígenes nobles, Margarita nunca se vanaglorió de su condición ni procedencia, al contrario y esto no lo puedo destacar suficientemente, ella siempre alegó que su único proceder y lazo familiar certero, ¡era Dios mismo!
Otro momento de relevancia que resalto es este: no entiendo la razón por la que los reyes enviaron a Margarita a un convento si no esperaban que, producto de ello, naciera una vocación a la vida religiosa: por años, su padre quiso desposarla con quien sería Otakar II de Bohemia, cosa que rechazó nuestra referida, queriendo ahondarse más en la vida contemplativa, al estudio y la oración (los pilares dominicos, al fin y al cabo), por lo que profesó muy joven para evitar que su padre pidiese que la desvincularan del convento.
Partió de este mundo a su Creador Inefable, un 18 de enero de 1271, a sus 27 años.
Pido a Dios que nos dé a todos esa humildad, esa fe y devoción que Margarita tuvo y en donde no desaprovechó jamás su vida de primigenia de privilegios, al contrario, parafraseando la Escritura: ¨se hizo pequeña... para que Él creciera en su corazón¨. Su ejemplo de vida aporta a mi realidad, la perseverancia en la adversidad, sabiendo que Dios provee, que Él nos acompaña en todo momento y que, terminada la obra de fe expresada en el amor, recibiremos del Altísimo la corona de gloria y la bendición de su Reino Celestial.
Procedo con la segunda hagiografía: la de Santa Catalina de Ricci.
Nació un 23 de abril de 1522 en la ciudad de Florencia, Italia, en lo que era en ese momento la República de Florencia, su padre fue Pier Francesco de' Ricci, un acaudalado banquero y su madre fue Catalina Bonza, esta última falleció cuando Catalina tenía unos 4 años de edad, aproximadamente.
Su nombre original fue Alessandra Lucrezia Romola de' Ricci, adoptando el de Catalina una vez entró al Convento dominico.
Cabe destacar que, aparte de la posible opulencia y estirpe de abolengo, la misma pertenecía a la nobleza baja, teniendo su padre una vasta red de contactos y oportunidades económicas y sociales que, no obstante, Santa Catalina no le interesó ahondar.
Desde muy joven, fue enviada al convento benedictino cerca de su casa en donde su tía era la Abadesa, ahí se convertiría en una gran devota de la Pasión de Nuestro Señor. A los 13 años, entraría en el entonces denominado Convento de San Vicente, siendo discípula del dominico Jerónimo Savonarola.
Desde su noviciado, experimentó visiones, éxtasis y ello derivó en una actitud un tanto torpe, ya que estas experiencias la privaban mucho del sueño requerido para desarrollar una jornada normal; al principio, se llegó a dudar su capacidad, pero después sus hermanas conocieron el porqué de dicha actitud.
A sus 25 años, fue elegida como Priora, destacándose porque, pese a su juventud, demostró mucha capacidad y eficiencia en su administración, lo que nos trae a colación lo que San Pablo le recomendó a San Timoteo en 1 Timoteo 4:12-16.
Santa Catalina falleció en su convento el 2 de febrero de 1590, a los 67 años de edad, tras una prolongada enfermedad.
Destaco, aparte de su gran devoción y entrega a Nuestro Señor en la vida religiosa, ¡su incansable ánimo de servir a sus hermanos y de predicarlo desde el corazón y sus acciones!
Santa Catalina de Ricci y Santa Margarita de Hungría, ¡rueguen por nosotros!
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