Los dominicos en el Nuevo Continente y el rosario
Una introducción a la labor de la Orden de Santo Domingo en América
Una característica dominica en este proceso de descubrimiento-enseñanza y evangelización a quienes no conocían a Cristo en el Nuevo Mundo, fue la identificación y defensa de sus derechos naturales como seres humanos: ninguna ley escrita o de consideración se las debía otorgar, ¡era parte de su ser y del simple hecho de existir!
Cabe destacar que en 1538 se creó la primera universidad en América, dentro del convento de Santo Domingo en La Española (actual Haití y República Dominicana) y así por el todo el continente hasta llegar a Filipinas inclusive (donde su universidad todavía es un faro del conocimiento y posee un prestigio e historia de relevancia para la nación.
Nuestros hermanos dominicos también procuraron enseñarles a los recién llegados y a quienes ellos iban formando, las lenguas autóctonas de aquellos pueblos que iban evangelizando, con la debida confección de diccionarios, catecismos y traducciones, dado que la religión era lo que más unía a estos pueblos con la Corona, más allá del castellano.
Frailes al servicio de los nativos en América
De esta manera, se le encomendó a fray Antón la encomienda de hablar por toda la comunidad de aquel horror que experimentaban los nativos de la época, pero, lejos de convencerlos de cambiar su proceder, aquello les conminó a emprender un vaivén de misivas y protestas ante España, pero la posición que prevaleció fue la que adoptaron los dominicos, quienes ayudaron con la redacción de las Leyes de Burgos, así como su sucesiva modificación.
Gracias a esta protesta social, convencieron a un joven sacerdote, el padre Bartolomé de las Casas, quien, en 1522, se hizo dominico y hasta se convirtió en Obispo de Chiapas, emprendiendo, con el antecedente de estos dos dominicos ya mencionados, la evangelización pacífica, el encuentro para que contemplaran a Jesús. Entre las obras de este insigne fraile, tenemos Brevísima relación de la destrucción de las Indias, una suerte de protesta social reiterada, aparte de influir en la redacción de las Leyes Nuevas de Indias, junto al también dominico, fray Francisco de Vitoria.
Por lo tanto y en vista de la defensa de los derechos inherentes y naturales de los nativos, tenemos que la Orden de Predicadores se destacó por defenderlos, evangelizarlos y contra toda dificultad o valladar, hacerles ver a sus compatriotas que estos eran tan humanos como ellos mismos.
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