Espiritualidad de la Orden de Predicadores

 La vida de la orden continúa...

Sabiendo que Santo Domingo falleció en agosto de 1221, su canonización se dio en un intervalo relativamente corto, en 13 años fue canonizado, lo que demuestra, en términos generales, el respaldo que recibió de parte de la Iglesia en cuanto a su vida y obra, por lo que oficialmente pasó a ser Santo Domingo y ya no simplemente hermano (fray) Domingo.

Santo Domingo y el Obispo Diego aplicaron verdaderamente el refrán de ¨si la vida te da limones, aprende a hacer limonada¨, lo que quiere decir que, en vez de desaprovechar las conversiones cátaras, las usaron para el beneficio espiritual del momento y uno de los pilares de la vida dominica: la oración y la contemplación.

Desconozco si, de haber vivido en tiempos más recientes, nuestro fundador hubiese solicitado la equiparación del género femenino y masculino en cuanto a la membresía y liderazgo de la orden (soñar no cuesta nada), pero el fondo de la cuestión radica en que ambos personajes no desaprovecharon la oportunidad: hicieron lo mejor que pudieron de acuerdo a la situación social de la época.

No conforme con eso, la vida de estas hermanas, si bien era contemplativa, tampoco era de una absoluta abstracción del mundo y su acontecer, su convento resultaría un punto de paso y recepción de hermanos y misioneros predicadores, auxiliados por el apoyo manual y espiritual que le brindarían estas hermanas conversas, a modo de espejo de lo que aquellos cátaros llegaron a hacer también, aunque sin el elemento caritativo.

Por otro lado, estas hermanas emprenderían una forma de predicación: la enseñanza de la fe (la predicación por excelencia, me atrevo a decirlo), a su vez conversando y compartiendo con aquellos que vendrían de paso (una suerte de intercambio y refuerzo en la fe, modo y manera de predicación).

El ejercicio tuvo efecto en santo Domingo: permaneció en la comunidad de Prulla en cuanto partió el obispo Diego, así mismo usufructuó del mismo en cuanto la guerra le impidió predicar adecuadamente.

En un antecedente de lo que ocurre hoy día en nuestros países, santo Domingo le encomendó a las hermanas ser el rostro visible de la orden: estas se dedicarían a la educación general y la formación en la fe: ello, con e intuito de que los cátaros no monopolizasen más esta ocupación y, naturalmente, no trajesen más confusión a los vecinos entre dos polos opuestos de doctrina.

Esta, sin embargo y como las fechas nos sirven de testigos, no sería la primera comunidad formal de la Orden de Predicadores , dicha distinción sería del Convento de Madrid, pero con los antecedentes del trabajo que se llevó a cabo en Prulla.

Y el pueblo Dios sale en ayuda a Santo Domingo

Como es natural, el pueblo de Dios, los fieles o el laicado, como quiera llamarse, fue el mayor receptor de la predicación, aparte de ser quienes ayudarían a Santo Domingo en lo que se refiere a las estructuras físicas necesarias y la captación de fondos, muy necesarios si esta obra habría de expandirse en tiempo y forma.

En este sentido, la obra de predicación de la orden tomaría una impronta futurista, la predicación por parte de clérigos y laicos; como sabemos ya, la formación sacerdotal era, generalmente, deficiente, por lo que solo aquellos a quienes el obispo autorizara, podían predicar.

De ninguna manera y en ningún oficio, se puede exigir lo que se conoce y tal como lo hizo Santo Domingo, se insistió en una adecuada formación teológica, de manera que se tuviera el contrapeso de la herejía del momento (cosa que nunca ha dejado de tener razón, más aun en nuestros días).

Producto de lo anterior, es el porqué nuestra orden es ¨de Predicadores¨, de hecho, muchos (para no decir todos) los frailes de esta comunidad recibimos una sólida instrucción de la vida y manera de la orden, así también se nos tiene como los grandes intelectuales de la vida religiosa a nivel de la Iglesia de Roma y en el Anglicanismo, de ahí que los pilares de la orden todavía la sostienen hasta nuestros días.

Transición teológica

De lo románico a lo gótico

De aquel Jesús Todopoderoso o Grandísimo Soberano a uno más ¨cercano¨ o sufriente, se trató este cambio de paradigma teológico-práctico, de un Cristo que se manifestaba en las ocurrencias climáticas y naturales, tanto que en 1215, el IV Concilio de Letrán prohibió las ordalías, por lo que esas ocurrencias fenomenológicas ya no dirían nada a los efectos de dar un mensaje o interpretar la preferencia divina.

Justicia, paz y mendicidad

Como bien dice Santiago 2:17, la fe necesita un elemento activo y esta se demuestra ante los demás mediante buenas obras, por lo que nuestro fundador se dedicó a su modo y según los medios le permitiesen, no solo predicar de palabra, si no con acciones concretas, de tal modo que ya sea por la oración y las obras de desprendimiento para con los semejantes.

Santo Domingo de Guzmán, ¡ruega por nosotros!










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