Segunda reflexión: propósito y naturaleza de una Regla de Vida, a la manera dominica anglicana
Una regla de vida: ¿qué es y con qué se come eso?
Dentro de sus características internas y propias en un mundo en el que, a contrario sensu, se promueve la dejadez y la desidia, en las órdenes religiosas (y la Orden de Predicadores siendo una de las más antiguas dentro de esta manera de vivir), no es excepción que se tenga una Regla de Vida, que no es más que una serie de directrices para el desarrollo espiritual dentro de la orden; estos elementos ayudarán a seguir creciendo en el carisma dominico: la predicación.
Esta manera de vivir incluye a los cuatro pilares y los votos apostólicos, los cuales detallaré a continuación:
La oración:
Es el método de comunicación con Dios, vía directa, de manera interna y externa. En su raíz griega recibe el nombre de euchestai, en latín precare.
De acuerdo a San Agustín de Hipona (sobre quien Santo Domingo de Guzmán se inspiró para la fundación de la orden), se define como ¨Una petición¨, San Juan Damasceno lo describe como ¨[orar] es pedir cosas propias de Dios¨.
Siendo entonces la oración, el medio por excelencia por el cual nos comunicamos con el Creador Inefable, es deber de todo cristiano y específicamente, de todo dominico, de entablar este diálogo interno (mediante la meditación y quietud interior), así como el externo (la oración pública, privada, leída o espontánea).
Confieso que, todavía me falta cierta disciplina para poder rezar los oficios matutinos y vespertinos mayormente; las denominadas completas las manejo relativamente bien.
El estudio:
Pieza clave para alcanzar el conocimiento necesario para una predicación efectiva, sin estudio o instrucción, no puede haber seriedad en el ministerio (sea porque en el estudio se llega a conocer el fondo de diversas cuestiones, se desmitifica la fe y la práctica religiosa se vuelve más fructífera), es una de las claves del hacer dominico, pues los mismos recibimos, como se dice,-en broma y en serio-el nombre de ¨perros/Rottweilers de Dios¨.
La formación dominica está estructurada de la siguiente manera:
Postulancia: es una etapa de autodescubrimiento interior, en donde uno recibe la ayuda de miembros de la comunidad, de esa manera uno se adentra a los modos, maneras y espiritualidad de la orden, para poder discernir apropiadamente si ese es el llamado que Dios tiene de uno mismo.
Noviciado: uno es ¨nuevo¨, puesto que es el primer compromiso serio con la orden, en donde, al finalizar la formación correspondiente, se hacen, en primer término, votos simples y luego, votos perpetuos.
La etapa que más me causa-por decirlo así-, extrañeza o sorpresa, es la que corresponde al postulantado: es la entrada y la etapa de ¨enamoramiento¨ para con la orden, y aunque comprendo bien que no implica un compromiso, es en donde se empieza a formar la disciplina plena de la oración y el continuo descubrimiento de la vocación.
Predicación y ministerio
La función que desempeño en mi iglesia local es la de acólito, aparte del trabajo que se me encomienda como Guardián menor de mi congregación, por lo que mi predicación verbal es limitada, en todo caso, la misma es mediante el mejor ejemplo cristiano que pueda dar de mi (bueno o mal) comportamiento.
Aún más sobre los votos apostólicos
En la orden dominica de lglesia Católica Romana (ICAR), existen los votos de castidad, pobreza y obediencia; adaptados a la situación de la Comunión Anglicana, estos resultan ser los de simplicidad, pureza y obediencia.
No pudiera hacer más énfasis, dentro de lo que constituye el modus vivendi la OAP, sobre qué es lo que significan cada uno de estos votos, en mis palabras:
- Simplicidad: no acumular bienes/riquezas innecesariamente, debe ser producto y dar paso a un compartir entre los hermanos que más lo necesitan (Hechos 2:45)
- Pureza: no restringido a una abstención sexual (o castidad) para el no casado, o fidelidad en quien sí lo está, se refiere más bien a un redescubrimiento del uso adecuado de la sexualidad y cómo esta es una creación de Dios que algunos están llamados a usar y otros no (1 Corintios 7:7).
- Obediencia: no implica un seguimiento ciego, sin perspectiva o a favor del mal, por el contrario, implica aceptar y acatar lineamiento en toda y cualquier cosa buena y honesta, (Hebreos 13:17).
Seguiré informando conforme la encomienda asignada.
Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Ricci, ¡rueguen por nosotros!
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